El mundo judeocristiano.

Este primer nucleo de judios bautizados fue duramente perseguido por los judíos. Entre los perseguidos se encontraban los apóstoles Pedro, Juan y el diácono Esteban (Hch. 4 y 7). Luego, “se desencadenó una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén” (Hch. 9:1). En el año 44 Herodes Antipas I encarceló a Jacobo hermano de Juan dándole muerte y a Pedro (Hch. 12), y en el año 62 fue lapidado Santiago “hermano del Señor, al que los apóstoles habían confiado el trono episcopal de Jerusalén” (Eusebio, HR II, 23:1).

A raÍz de las dos sublevaciones de los judíos contra los romanos, la primera en el año 70 y la segunda en el 135, los creyentes de la iglesia de Jerusalén sufrieron la misma suerte que sus hermanos de raza a pesar de no haber participado los cristianos en las revueltas. En la primera, la comunidad judeocristiana se refugió en la ciudad de Petra en Transjordania.

Al frente de la comunidad de Jerusalén estaban los ancianos judeocristianos. El primero fue Santiago, “hermano del Señor” (Ga. 1:19), seguido de Simón, “primo del Señor”, que fue martirizado en el año 107.

Los judeocristianos estaban instalados en el siglo IV en el Monte Sión, cuna de la Iglesia, que seguía llamándose todavía “nazarena” en lugar de “cristiana” (San Cirilo, PG 33,681), mientras que la jerarquía de la Iglesia de la gentilidad oficiaba en el Santo Sepulcro. Las relaciones entre las dos comunidades eran tirantes, como nos las describen autores contemporáneos: San Jerónimo, San Epifanio y San Gregorio de Nisa.

En el año 333, por orden del emperador Constantino empezaron a ser construidas las basílicas en los lugares santos por los cristianos de la Iglesia de la gentilidad. De ahí que los santos lugares venerados por los judeocristianos, y conservados en su forma original, pasaran a los cristianos de la gentilidad, los cuales erigieron en su lugar basílicas. Esta dolorosa transformación se demostrará providencial. En efecto, los cristianos de la Gran Iglesia de la gentilidad heredaron directamente de los judeocristianos los preciosos recuerdos de Cristo y de los orígenes del cristianismo. Lo lamentable del caso es que los judeocristianos minoritarios y en disputa con sus hermanos enemigos, se replegaron sobre ellos mismos engendrando diversas sectas.

De esta manera desaparecieron, al menos oficialmente, los últimos supervivientes de la primitiva Iglesia de Jerusalén.