Pablo rumbo a Roma.

Lectura Bíblica: Hechos 28:11-16.
Texto Bíblico: Isaías 43:2.
Himnos: 405 – 390
Pablo deseaba llevar el evangelio a Roma y, ayudado por los cristianos de esta ciudad, llegar hasta España. Sin embargo, su viaje está plagado de dificultades, donde su férrea fe en Dios se mantiene incólume, y por su intermedio Dios obra en beneficio de los que viajan con él o por circunstancias diversas personas que están a su lado; después de meses de viaje llega a Roma como prisionero.
  1. En la última etapa del viaje por mar se hacía escala en Siracusa, puerto de Sicilia, luego en Regio, ya en Italia, y finalmente en Puteoli, puerto de desembarque para Roma, en la hoy llamada bahía de Nápoles. Ref. Hch. 28:12-13.
  2. Viaje de Puteoli a Roma.
    1. En Puteoli, encontraron hermanos, con los que permanecieron 7 dias. Ref. Hch. 28:14a.
    2. A la semana partieron a Roma. Ref. Hch. 28:14b.
    3. De Puteoli a Roma había unos cinco días de camino, principalmente por la Vía Apia.
    4. Los hermanos de Puteoli, informaron la llegada de Pablo a los hermanos de Roma. Ref. Hch. 28:15a.
    5. Un grupo de hermanos de Roma los esperaba en el foro de Apia, a 70 km. distante de la ciudad. Ref. Hch. 28:15b.
    6. Un segundo grupo les esperaba en Las Tres Tabernas, a unos 50 km. distante de la ciudad. Ref. 28:15c.
  3. Pablo al encontrarse con los hermanos de Roma, empezó a dar gracias a Dios y se animó a continuar el viaje hasta Roma. Ref. Hch. 28:15d.
  4. Al llegar a Roma, se le permitió vivir fuera de la cárcel, en una casa alquilada. Ref. Hch. 28:16, 30.
  5. Casi tres años antes, Pablo les había enviado una carta a loshermanos de Roma por intermedio de Febe, la diaconisa. Ref. Ro. 16:1-2.
  6. El deseo de Pablo para con los hermanos de Roma. Ref. Ro. 1:13-15; 15:29.

CONCLUSIÓN

Pablo agradecía a Dios, por sus cuidados durante el penoso viaje desde Jerusalén, incluyendo sus dos años en Cesarea; durante mucho tiempo había deseado visitar Roma, veía a cristianos cara a cara, la cariñosa recepción dada por los hermanos, le hizo cobrar aliento. Estaba listo para emprender una nueva etapa en su vida: testificar a Cristo en la misma capital imperial.