De Mileto a Jerusalén.
Pablo parte de Mileto, pasa por diversas islas del Egeo, hasta llegar a Tiro; después de una abigarrada travesía, Pablo se encuentra con algunos discípulos en Tiro, permaneciendo una semana en la ciudad. En esta comunidad existen varios miembros dotados del carisma de la profecía que avisan a Pablo de los peligros que le aguardaban en Jerusalén.
- El viaje de Mileto a Tiro. Ref. Hch. 21:1-3.
- Dios a través del Espiritu Santo, pone sobre aviso a Pablo de los peligros que se avecinan. Ref. Hch. 21:4; 1 Co. 14:32.
- Pablo se despide de los hermanos de Tiro. Ref. Hch. 21:5-6; 1 Ti. 2:8.
- El viaje de Tiro a Cesarea. Ref. Hch. 21:7-8a.
- Pablo en casa de Felipe el diácono. Ref. Hch. 21:7b-10a.
- El encuentro de Pablo con el profeta Ágabo. Ref. Hch. 21:10b-12.
- En parecidos términos a los ya acontecidos en Tiro, profetiza el destino que le espera en Jerusalén.
- Son destacables los gestos simbólicos que acompañan a la profecía de Agabo, semejantes a los profetas del AT.
- Los acompañantes de Pablo le rogaron que no subiera a Jerusalén.
- Pablo, resuelto a enfrentar el destino que le reserva su misión, y sabedor que el destino que le aguarda es la voluntad de Dios, desoye las advertencias de Ágabo. Ref. Hch. 21:13-14; 2 Co. 11:23-28; Lc. 22:42.
- Después de algunos días en Cesarea subieron a Jerusalén, para presentar la colecta y observar la fiesta de Pentecostés. Ref. Hch. 21:15.
- Discípulos de Cesarea se unieron al grupo de Pablo. Ref. Hch. 21:16.
- Los hermanos de Jerusalén reciben a Pablo y su grupo. Ref. Hch. 21:17.
CONCLUSIÓN
Con la llegada a Jerusalén concluye el tercer viaje misionero de Pablo;con el traía la colectas de las iglesias de Macedonia, Grecia y Asia para los pobres de Jerusalén. El propósito de los viajes misioneros de Pablo: proclamar la gracia de Dios, el perdón de los pecados, a través de Jesucristo. Dios usó el ministerio de Pablo para llevar el Evangelio a los gentiles y establecer la iglesia. Sus cartas, registradas en el Nuevo Testamento, aún mantienen la vida y la doctrina. Aunque él sacrificó todo, los viajes misioneros de Pablo valieron la pena. (Filipenses 3:7-11).