El Arca Del Pacto

En el libro de Éxodo, en el capítulo 25, desde el versículo 10 en adelante, Dios le da las instrucciones a Moisés para la fabricación del principal elemento que tendría el tabernáculo: El Arca Del Pacto

La descripción que allí se entrega, es detallada y precisa, tanto en el material, como en el diseño y tamaño.

Dimensiones:

  • Longitud: Dos codos y medio, lo que equivale a 112,5cm.
  • Anchura: Un codo y medio, que corresponde a 67,5cm.
  • Altura: Un codo y medio, es decir, 67,5cm. 

Materiales:

La madera a utilizar era acacia, que se caracteriza por ser muy dura, superando al roble, y también muy resistente, por ejemplo, a los cambios de humedad, los insectos, hongos y pudrición. 

A pesar de ser una excelente madera, nunca podría apreciarse, ya que por dentro y por fuera sería cubierta con oro puro. Como sabemos, el oro es un material incorruptible, al que no se adhiere la suciedad o impurezas, pero es también el metal más maleable y dúctil que se conoce, es decir, es fácilmente moldeable y muy blando, por lo que normalmente se debe mezclar con otros metales si se le quiere proporcionar dureza. Por ello la instrucción es clara, debe usarse oro puro, sin aleaciones. 

Descripción

La forma del arca era rectangular, según las medidas anteriormente descritas, cubierta totalmente de oro, con una cornisa de oro por todo el derredor. Cada esquina inferior del arca contaba con un anillo, hecho de oro fundido, a través de las cuales pasaba una vara de acacia cubierta con oro. En total, cuatro anillos por los que pasaban dos varas que nunca serían removidas del arca y servirían para su transporte, puesto que, para trasladarla, tenía que ser cargada, sujetándola por las varas, siendo los sacerdotes los únicos que podrían llevarla. 

Sobre el arca, iba una cubierta, de oro fino, de dos codos y medio de longitud (112,5cm) y un codo y medio de ancho (67,5cm.), llamado “El Propiciatorio”, sobre el cual irían dos querubines de oro, labrados a martillo, uno a cada extremo del arca, quedando uno frente al otro, con sus dos alas extendidas para cubrir el propiciatorio. Tanto el propiciatorio como los querubines debían ser de una sola pieza. 

Desde en medio de los querubines, sobre el propiciatorio, es que Dios indicó a Moisés que hablaría con él (Ex. 20:22; 30:36), es por ello que solía decirse que “Jehová mora entre los querubines” (1 S. 4:4; 2 S. 6:2; Is. 37:16; Sal 80:1; Sal 99:1). 

Si bien el diseño Dios se lo entregó a Moisés, no es él quien la construiría, sino un varón llamado Bezaleel (Ex. 37:1-4), en quien Dios había puesto su Espíritu para que tuviese la sabiduría para trabajar en toda obra de arte (Ex. 35:30-33). 

Una vez construida, el arca sería puesta en el tabernáculo, específicamente en el Lugar Santísimo (Ex. 40:1-3), que estaba separado del lugar Santo por un velo, siendo el único mueble que estaría allí.  

Contenido

En el interior del arca, se encontraban tres objetos: 

  • Las tablas de piedra en las que Dios escribió su ley en el monte Sinaí (Ex. 40:20; Dt. 10:1-5). 
  • La vara de Aaron, que floreció (Heb. 9:5). 
  • Un cofre de oro con una porción de maná (Heb. 9:5). 

Posteriormente, cuando el arca es llevada al templo de Salomón, se indica que solamente las tablas de la ley estaban en su interior (1 R. 8:9; 2 Cr. 5:10).

Significado

Para el pueblo de Israel, el arca representaba la presencia misma de Jehová, tal como Dios mismo lo había indicado (Lev. 16:2), por lo tanto, al estar en el lugar santísimo, sólo el Sumo Sacerdote podría tener contacto con ella y, cuando fuera trasladada, sólo podía ser llevada por los levitas (Dt. 10:8). 

Por otra parte, el significado más sublime, corresponde a la relación entre la ley, que estaba en el interior del arca y la sangre que era rociada sobre el propiciatorio que estaba sobre ella, en el día de la expiación para redimir los pecados y las rebeliones de los hijos de Israel (Lev. 16:1-34). Este evento se realizaba una vez al año, en el séptimo mes (Mes de Tishrei en el calendario hebreo, que corresponde parcialmente a los meses de Septiembre y Octubre de nuestro calendario), al décimo día (Lev. 16:29), lo que en nuestro calendario actual, equivale la tarde del 27 a la tarde del 28 de Septiembre, teniendo en cuenta que el día, para los israelitas, se contaba desde la puesta del sol hasta la puesta del sol. 

Eventos relativos al Arca

A continuación, veremos algunos eventos que nos enseñan acerca de la importancia del arca para el pueblo de Israel. 

El cruce del Jordán

Cuando Josué está frente al Jordán, ordena que el arca vaya en frente del pueblo para guiarlos en este paso (Jos. 3:1-17), pero manteniendo una distancia de dos mil codos (900mts) (Jos. 3:4). Sucede entonces que cuando los sacerdotes que llevaban el arca, pisan el borde del agua, estas se dividen, luego los sacerdotes avanzan hasta la mitad del Jordán y se mantienen allí hasta que todo el pueblo pasa en seco. 

Caída de Jericó

En la toma de Jericó, cuando están dando vueltas a la ciudad, el arca va en medio del pueblo (Jos. 6:9), con los hombres armados al frente y el resto del pueblo detrás. 

En el campo de batalla

En la batalla contra los filisteos, descrita en el primer Libro de Samuel, viendo los israelitas que eran derrotados frente a sus enemigos, llevaron el arca al campo de batalla, pensando que, al estar allí la presencia de Jehová, les daría la victoria (1 S. 4:3), pero son derrotados y el arca es llevada por los filisteos hasta su tierra para ponerla en el templo de Dagón. Allí Dios se manifestaría venciendo no solamente a la divinidad de los filisteos, sino también causando tumores y enfermedades en medio de ellos (1 S. 5:1-12), hasta que estos deciden enviarla de regreso a la tierra de Israel (1 S. 6:1-14). 

Fuera del Tabernáculo

Una vez que el arca regresa de tierra de los filisteos, no volvió a ocupar su lugar en el Tabernáculo, sino que fue guardada en casa de Abinadab (1 S. 7:1), quedando allí olvidada por muchos años, hasta que David intenta llevarla de regreso a Jerusalén (2 S. 6:1-111 Cr. 13:1-14). 

Primer intento de David

En su primer intento por trasladar el arca de regreso al Tabernáculo, David comete un error importante, llevándola en un carro tirado por bueyes, en lugar de ser cargada por los sacerdotes que debían ser sus portadores. Es aquí que Uza, hijo de Abinadab, intenta sujetar el arca cuando los bueyes tropezaron, muriendo a causa de esta imprudencia (2 S. 6:6-7; 1 Cr. 13:9-10). Entonces, el arca pasó a quedar en casa de Obed-Edom (2 S. 6:10-111 Cr. 13:13).

Segundo intento de David

Posteriormente, David haría el segundo y definitivo intento para llevar el arca a Jerusalén (2 S. 6:12:18; 1 Cr. 15:1-20 16:1-6), cumpliendo entonces con la ordenanza de que fuera cargada por los levitas y dejándola en la tienda que había construido para ella. 

En el Templo

Posteriormente, cuando Salomón construye el templo, traslada el arca, dejándola en el Lugar Santísimo (1 R. 8:6-7; 2 Cr. 5:2-8). En aquella ocasión, se ofrecieron holocaustos (1R. 8:5; 2 Cr. 5:6), y se tocaron diferentes instrumentos mientras se alababa a Dios. Entonces, en medio de la celebración y los cantos, la gloria de Jehová llenó la casa, de tal manera, que los sacerdotes no podían estar dentro (1 R. 8:10-11; 2 Cr. 5:13-14). 

La Pascua de Josías

La última vez que el arca es mencionada, o que se tiene noticia de ella, es en la celebración de la Pascua, durante las reformas de Josías (2 Cr. 35:3), que fue el último rey de Judá que haría lo recto delante de Dios y buscaría traer un avivamiento espiritual a la nación.

La Cautividad de Judá

Durante el reinado de Sedequías en Judá, Nabucodonosor, rey de Babilonia atacó Jerusalén y luego de dos años de sitio, Sedequías fue vencido (2 R. 25:1-7). A continuación, Nabuzaradán general del ejército, tomó Jerusalén, destruyó el templo (2R. 25:8-9; 2 Cr. 36:19; Jer 52:12-13) y se llevó todos sus utensilios (2 Cr. 36:18; Jer. 52:18-23). Si bien aquí no se menciona específicamente el arca, sí se indica que todo lo que había en la casa de Jehová fue llevado a Babilonia.

Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, el arca es mencionada en la Carta a los Hebreos, en el capítulo 9. Aquí se puede encontrar una hermosa explicación del verdadero significado que ella tenía en relación al plan de redención de Dios para con la raza humana.

El sacrificio que ofrecía el Sumo Sacerdote en el día de la expiación, por sus pecados y por los del pueblo, no podía perfeccionar la conciencia ni la naturaleza de las personas (He. 9:9), puesto que es un ritual que, una vez completado, no produce un cambio interior en ellas, siendo solamente el cumplimiento de una tradición que se pasaría de generación en generación.

Por lo tanto, es a través de Cristo que se cumple el verdadero propósito de la expiación para el ser humano. Él es el gran Sumo Sacerdote que entró una vez y para siempre al Lugar Santísimo, para ofrecerse a sí mismo como el cordero perfecto, con cuya sangre sería rociado el propiciatorio para la redención eterna por nuestros pecados (He. 9:11-15).

De esta manera, ya no le era necesario entrar nuevamente, sino que, con un sólo sacrificio, hizo perfectos a los creyentes, y volverá una segunda vez, para salvar a los que le esperan (He. 9:28).